viernes, 16 de noviembre de 2012

Miedo al cambio


Aquel día se desarrollaba el proceso más típico por el que he pasado desde que tengo 16 años, una  relación se terminaba de romper. Las características del día en el que te das cuenta que ya todo se terminó, comienza por la decepción, pasa por la divulgación, especialmente a tu familia y concluye con unas ganas tremendas de no acordarte más de lo que pasó.

Y ahí estaba yo, en uno de esos típicos días, en donde otra vez no me fue bien, en donde otra vez no supe elegir, en donde otra vez quizás yo busqué el pretexto para no comprometerme demasiado. Ahi estaba yo, tratando de mirar las noticias, tratando de leer un libro, tratando de ejercitar mi cuerpo, pero en vez de eso corrí hacia la persona menos indicada.

Pasamos una hora haciendo lo que no hacíamos nunca, conversar. Cuéntame un cuento para dormir, échate a mi lado, acaricia mi cabello, mira a mis ojos fijamente, sonríe. Dime algo bonito, piensa en mi, tómame, en-cántame, hazme sentir bien, hazme sonreír, engríeme.

Todo tal cual, todo como lo pensé cuando me enamoré de él, con la diferencia que esta vez mis sentimientos se borraron por completo, lo maravilloso es que pasó, lo terrible es que no en el momento indicado.

Lo cierto es que un día típico se convirtió en uno maravilloso atemporal, en donde tu jugabas a ser el macho protector y yo tu niña engreída. Sólo un día para mi memoria basta y sobra, ya no más. Nunca tendré al hombre que quiero, porque él no me quiere a mi.

2 comentarios:

  1. La cosas, los momentos que no terminan nunca de coincidir.

    ResponderEliminar
  2. Acabo de leer los post, unos fuertes otros tristes. Creo no debí leerlos jajaja. La ultima linea de este, vaya. ¿Que se hace con lo que uno lleva dentro cuando ella ya se fue? esperar.
    En fin. Buenos post.

    Steve.
    Te recomiendo ver mi blog www.biofotografica.com :)

    ResponderEliminar