viernes, 30 de mayo de 2014

No tienes idea

¿Será esta la solución?
Sobre el acoso sexual en los medios de transporte público.

A los 15 años le pedí a mi padre que me permita ir al colegio en combi. Grave error. Lo cierto es que él tuvo que ceder, todas mis amigas se iban solas a sus casas, y yo no quería ser la "lorna".

A los 15 años, aprendí que todo con respecto a usar una combi estaba mal, y que viajar tranquila era imposible, tenía que aprender a defenderme con uñas y dientes. No sólo defender mis cosas, si no también mi cuerpo.

Un personaje clásico de estos medios de transporte, es el denominado "mañoso de la maleta", que se sienta al lado tuyo con un maletín para tapar sus manos, que luego posa sobre tus piernas, que obviamente van descubiertas porque estas en uniforme de colegio. El pervertido en cuestión aprovecha la mayor parte del tiempo en ver hasta donde puede ir. Algunas niñas suelen quedarse calladas porque no saben que hacer.

Esta clase de pervertido, se sentó 3 veces a mi lado, personificado en distintos hombres y me encontró en distintas edades. La primera vez tenía 15 años y no dije nada, las otras veces se ganó un codazo en la cara y una lisura fuerte para que todos sepan lo que estaba haciendo.

Otro personaje es el "rozador" este hombre se para al costado tuyo mientras estás sentada y soba sus partes intimas contigo. Obviamente uno reacciona rápido cambiándose de sitio, o colocando su mochila en el hombro para que deje de hacer sus cochinadas.

El "borracho que te ama" también es recurrente, suben hombres pasados de copas, se sientan al lado de una jovencita sola, le dice incoherencias, cosas que quisiera hacerle en la cama, y se acerca bastante a la señorita en cuestión para que quede claro que sus intenciones son serias.

Y por último el onanista, cuya descripción esta demás hacer. Agregar a la lista, los bolsiqueadores, los rateros que te echan una especie de vomito en la espalda para poder robar tus cosas, los cobradores que te "botan" con el carro en pleno movimiento y etc.

¿Que nos queda a las mujeres? ¿Aprender un deporte de contacto, gritar, pedir ayuda? Cuando sabemos que la respuesta será la misma, ninguna, cero, nada.

La indolencia de los demás, de nosotras mismas, de los hombres, que muchas veces minimizan nuestros llantos, nuestras histerias, y nos preguntan ¿Por qué no quieren que las silben?. No tienen idea.